Allí estaba,plantado frente a mi, con esa mirada inquisitiva y desafiante. El brillo de sus ojos en la penumbra resultaba perturbador. Yo intentaba pasar rápido sin mirarle temiendo que un día me agarrara por el hombro con sus manazas. Sí, estaba convencida de que un día abandonaría su eterna pose chulesca; brazos en jarra y marcando pectorales, para zarandearme y gritarme: "¡Mírame, mira al monstruo que has hecho! ¿No ves que la cabeza me pesa demasiado y me provoca sufrimiento? ¡Si hasta a ti te doy miedo!"
En eso no se equivocaba Cabeza de Carnero. Desde que le di la última pincelada y lo colgué al lado de la puerta de la cocina, su presencia me producía cierto malestar. "Da miedito" dijo mi madre cuando lo vio terminado. El cuadro iba a ser el primero de una serie dedicada a los signos del zodiaco pero los pinceles,mis manos,mi mente o mi talento se torcieron y el pobre Aries con su ceñida camiseta roja terminó pareciendo una imagen de alguna secta satánica. No recuerdo durante cuanto tiempo exhibimos a la criatura; dudo de que llegara al mes. Cuando decidí descolgarlo, mi madre no podía disimular su alivio. "No tenía mucho sentido tenerlo ahí,¿no? En casa no hay ningún Aries". Cierto. Así que una servidora Tauro decidió cambiar a Cabeza de Carnero por un boceto que representaba a un triste hombre toro arrodillado."La derrota del Minotauro".
La cabeza de carnero que ilustra este post es un boceto previo al "famoso cuadro" que a día de hoy permanece oculto en el armario de un trastero. "La derrota del Minotauro" corrió la misma suerte.