Anillo zodiacal en plata ecológica.No me enseñen el de mi signo que tendré un flechazo astral. Los Tauro somos así de enamoradizos.
Imagen: PinterestConocí al señor Picó y a su esposa Remei*en un pequeño hotel de montaña. Enseguida me cayeron bien. Él,tan hablador y dicharachero,con su bigotillo y ojillos diminutos,chispeantes, a lo Xavier Cugat y ella, tan tranquila,amable y cálida. Comprendí porque, desde que mi abuela y mi tía veraneaban en esa localidad, ese matrimonio sesentañero había pasado a formar parte de muchas de las anécdotas de sus vacaciones y supe que pronto lo harían también de las mías.
Ponedle unas gafas de fina montura y un sombrero de paja y tendréis el retrato del señor Picó.
Como la mayoría de huéspedes de la fonda, los Picó eran barceloneses de edad interesante que buscaban pasar unos días de descanso en un entorno relajado;que no aburrido, porque allí todos éramos una gran familia que se reunía en las comidas y que compartía paseos,excursiones y demás actividades recreativas.
Una de las cosas que más le gustaban al señor Picó era enfundarse su sombrero de paja,que por cierto le quedaba pequeño, y ponerse manos al volante de su querido Seat 600. "Para él es como un hijo" aseguraba su esposa."No quiero ni pensar el disgusto que tendrá el día que el coche diga hasta aquí hemos llegado" Por aquel entonces este mítico vehículo hacía ya muchos años que había dejado de fabricarse. "Mi mujer y mi coche son irreemplazables" decía muy convincentemente el señor Picó mientras viajábamos apretujados en esa antigualla rodante. Después de Remei y del "niño de hojalata", el amor del señor Picó era su trabajo. Nos hablaba de sus comienzos como aprendiz,del proceso de fundición de la plata,de las distintas técnicas de orfebrería y de las herramientas utilizadas.
Imagen: Ebay
Mis amigas y yo nos habíamos aficionado a los pasatiempos y cada vez que encontrábamos en un crucigrama aquella famosa definición "Yunque de platero" acudíamos,aunque ya supiéramos la respuesta, a preguntar al señor Picó. "¡Tas! Tas!" respondía eufórico.
También se explayaba repasando algunas de las piezas más emblemáticas,curiosas y bellas que habían pasado por sus manos. "¿Veis estas marcas? "Nos decía señalando unas pequeñas manchas negras en sus dedos. "Me las hice haciendo el bastón de Sara Montiel" y nos contaba entusiasmado todos los pormenores del peculiar encargo que incluía un sombrero (dudo que fuera a tamaño real o puede que si, quién sabe).Ambos objetos fueron dados como galardón a la artista en algún acto de homenaje o entrega de premios al que asistió - o creyó asistir- el señor Picó porque nos relataba con todo lujo de detalles lo bella y glamurosa que estaba la actriz manchega, el maravilloso vestido que llevaba,las joyas que lucía,etc. Se emocionaba mucho,y a juzgar por la mirada que le lanzaba su mujer, hasta demasiado. Estaba claro que Saritísima era el cuarto amor del platero. Al regresar de la excursión, Remei, en revancha, le pedía a un periodista jubilado que veraneaba en el hotel, que le contara la entrevista que le hizo al protagonista de Sandokán. "¡Qué hombre más guapo! ¡Qué ojazos! ¡Ojalá repitan algún día esa serie!"
Y si quería enfadar de veras a su marido, alababa cualquier coche aparcado en la calle. "Esto si que es un cochazo" o comentaba el cariño que le tenía a su pequeño reloj de pulsera "DE ORO" ,regalo de sus difuntos padres. "El oro siempre será oro", decía. Pequeños arrebatos de celos de una pareja en realidad muy bien avenida y que se llevaba bien con todo aquel que supiera apreciar su sencillez,simpatía y sentido del humor. Yo, a mis diez años y observando a los Picó, ya me costaba entender porqué algunos afirmaban que "los matrimonios sin hijos son gente rara y amargada". Esas monumentales estupideces que dice sobre las vidas de los demás la gente que no sabe qué hacer con la suya propia. Gente tan insignificante en tu vida que sus nombres y caras aparecen emborronados en una especie de niebla en tus recuerdos. Nubes ligeras que ni tu ni tu memoria os molestáis en intentar dispersar. En cambio del orfebre y de su esposa recuerdo sus camisas de manga corta a cuadros, el vestido de volantes de color fucsia (que tanto se llevaba aquella temporada),su perfume a lavanda,las moras que recogíamos de camino a la fuente, las felicitaciones que nos enviaban por Navidad...
Dudo que el chico de la tienda de oro y plata hable sobre su trabajo con el mismo entusiasmo adonde quiera que vaya de vacaciones,si es que puede permitírselas y sospecho que la platería del señor Picó debió echar el cierre hace tiempo.Tampoco están,desde hace muchos años, el señor y la señora Picó. Para darle un fin bonito a la historia nos los imaginaremos subidos en un 600 de plata recorriendo una interminable autopista azul. Harán un alto en el camino para recoger a una autoestopista llamada Sara Montiel,que en agradecimiento les invitará a un restaurante tan celestial como caro donde toca una orquesta cuyo director se parece sospechosamente al señor Picó. A la señora Picó le servirá tarta de moras un apuesto y exótico camarero barbudo de ojos verdes."¡Oh, pero si es...!" "No,no,señora no soy él y esperamos no verle por aquí hasta dentro de muchos,muchos años, porque al fin y al cabo el cielo puede esperar. ¿No le parece?"
*Nombre ficiticio
¡Que bonita historia!
ReplyDeletela plata siempre está injustamente eclipsada por el oro, pero es un metal precioso por derecho propio. bien bonitas que son las joyas en plata.
ReplyDeletetodavía hay un número nada despreciable de seat 600 en circulación. hoy por la mañana sin ir más lejos he visto uno.
lo de los matrimonios sin hijos es uno más de esos mitos sin sentido...
Que bien escribes, me ha encantado la historia!
ReplyDeleteAy, ese cariño por las cosas y la gente. Hay un señor en el tren que cojo cada mañana que me ha recordado al señor Picó, mañana se lo explicaré, he, he.
ReplyDeleteGeno, Cheska, me alegra que os haya gustado.
ReplyDeleteChema, a mi me gusta más el color de la plata que del oro. Yo de 600 hace siglos que no veo ninguno,claro que tampoco suelo fijarme mucho en los coches, pero es difícil que hoy en día este modelo pase desapercibido.
Ses, a ver si el señor del tren es un pariente del señor Picó. ¡Ya me contarás ;)